El
caluroso
verano me agobiaba. Sentía
una fuerza en mí
que me decía que escapara, que me alejara de allí. Al día
siguiente lo comprendí todo. Con
un gran afán de superación, decidí ir a la tienda de animales
y comprarme
una cacatúa para no estar tan solitario en esos días tan difíciles
por los que estaba pasando.
Era
interesante
saber que cada vez me encontraba mejor. Salía
por las tardes a dar un paseo por las cálidas arenas al borde del
mar, ya no me sentía atrapado en aquel zulo oscuro y frío. Por eso,
me vine al Mediterráneo,
lejos
y alejado del mundo, de la sociedad corrupta que nos maneja como si
fuésemos marionetas a
las que arrancarles y destruirles la felicidad que
buscan.
Hasta
que un día me cansé de ser igual que todos, de ir siempre como las
moscas a la mierda. Nunca
pensé que sacaría todo esto que llevo dentro para
no ser un tonto más al que puedan manejar.
Ahora
solo vivo por mí y para mí.
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